Son las 8.00 am del año 2042. Julián
de la Fuente tiene
60 años y aunque le quedan 20 años para jubilarse, está en la plenitud vital
gracias a una esperanza media de vida de 110 años. Se levanta de su cama de gel
y se dirige al baño para lavarse con vapor de agua. A continuación se dirige a
la cocina para desayunar su papilla macrobiótica y su sucedáneo de café (el café
café fue prohibido por sus efectos nocivos en el año 2035). Activa su receptor
de ondas ultrasónicas para escuchar la radio. Rápidamente el receptor es capaz
de identificar en su mente los contenidos que desea y comienza a escuchar las
noticias del día. Cuando termina, le pide al robot que recoja todo y se va a
trabajar.
Julián de la Fuente, trabaja desde su
propia casa; como la mayoría de personas. Construye hologramas con los que las
personas pueden interactuar y realizar todo tipo de situaciones que hasta hace
veinte años tan sólo sucedían en las películas. Los cines dejaron de existir
hace mucho tiempo, la televisión se integró en los dispositivos móviles y
actualmente en objetos incorpóreos. Hoy en día no hay gran diferencia entre
jugar a un videojuego o ver una serie. Ambas cosas se desarrollan en mundos
virtuales holográficos con los que el público puede interactuar o simplemente permanecer
como espectador. No es necesario acudir a ningún complejo ni sala especial para
disfrutar de estos espectáculos, sino simplemente disponer de un casco de
realidad integrada.
Hay muchas personas que siempre
han querido sentirse como espectadores de películas clásicas y a eso es a lo
que se dedica Julián de la Fuente.
Actualmente trabaja reconstruyendo la película “Kill Bill” de
un viejo director llamado Quentin Tarantino. En su día tuvo muy buenas críticas,
así que es posible que la reposición holográfica tenga también mucho éxito.
Después de trabajar varias horas,
Julián decide tomarse un descanso y salir a hacer la compra con su mujer. Aunque
la mayoría de la gente encarga todo a través del Internet de las cosas, Julián
es un romántico que acude a viejos supermercados de chinos dónde se puede
encontrar de todo. Justo cuando se haya en el interior de la vieja tienda se
produce un hackeo a todos los sistemas electrónicos que controlan el edificio. Las
luces se apagan y cunde el pánico entre todos los usuarios del bazar. Julián y
su mujer avisan a las autoridades informáticas del daño que se está
produciendo. Sin tener que moverse de la comisaría, los policías informáticos
neutralizan el delito y todo vuelve a la normalidad.
Julián y su mujer vuelven a casa
con dos viejos CD´s de Lou Reed y un paquete de comida deshidratada. Tras cenar
y probar en el holograma las primeras secuencias de “Kill Bill” deciden
acostarse, no sin antes procesar todos los mensajes generados automáticamente
por sus redes sociales automáticas.